13 dic 2011

New York City


He crecido escuchando hablar de Nueva York pero nunca llegue a imaginar que fuese así. Cuando llegas todo te atrapa, es como si hubieses estado siempre allí, las luces y el sonido de la ciudad te envuelven, el ritmo de la gente te hace correr a pesar de que por mucho que corras nunca lo veras todo, es como estar perdido en medio de una gran jungla de asfalto, donde cada rincón hasta el más insignificante tiene una historia que contar.
Aquí nadie te mira por encima del hombro, ni como a un turista…aquí formas parte de ellos, eres uno más…hay momentos en los que la gente parecen convertirse en uno, pero te das cuenta que no, cada uno refleja en sus ojos una historia diferente, personas que no paran de sonreír pero que sus ojos te muestran una profunda tristeza.
Alguien dijo alguna vez que por Nueva York solo se pueden sentir dos cosas, amor u odio. Yo me he enamorado…de su gente, de su ritmo, del silencio que nadie escucha, de sus calles, de sus luces de neón, de la complicidad y locura que te transmite…Aquí puedes llegar a conocerte mejor a ti mismo, a ver darte cuenta de lo que merece la pena y de lo que no, ha solamente escucharte a ti en medio de una apocalipsis ruidosa. Cuando llegas te sientes vació unas horas pero cuando pasa un día, dos…siente que estas en el lugar indicado, que puedes hacer grandes cosas dentro de lo pequeña que parece tu habitación en Nueva York.
En este país siempre encontraras alguien que piense y sienta como tú, aunque no habléis la misma lengua. No echas tanto de menos tu casa como imaginabas que la echarías porque poco a poco te va pareciendo como si esta fuese tu casa de siempre. Pero nos vamos, y estamos obligados a volver, aunque sea con la promesa de recordar viejas anécdotas, reencontrarte con aquellas nuevas amistades que nunca olvidaras, recorrer sus rincones más íntimos…porque a pesar del tiempo que estuvimos allí, esa tierra esconde mucho más por descubrir.
Cada lugar es difente, sus culturas entre mezcladas, sus barrios tan diferentes entre sí, las alcantarillas humeantes, las luces de Times Square, la música sonando en cualquier esquina, un paseo andando por Central Park, cruzar en bici el Brooklyn Bridge…Hasta el oscuro metro tiene su encanto, con los movimientos bruscos de los vagones, aquí no distingues entre un local o turista ya que todos nos seguimos sorprendiendo con el ruido que hace a su paso.
Pero pase lo que pase en esta ciudad, tardes lo que tardes en volver a ella…ella se queda con una parte de ti y por mucho que lo intentes nunca podrás olvidarla.
Te quedaste un pedacito de mí, pero yo algún día me quedare contigo.

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